Miles de peregrinos de todo el mundo han visitado la Basílica de la Natividad este 2018. También para Belén, en Palestina, ha sido un año récord.
Fr. ARTEMIO VÍTORES GONZÁLEZ, ofm
Guardián Convento Franciscano Santa Catalina “ad Nativitatem”
Diría que la palabra más usada es increíble. Porque en los últimos años ha habido un gran crecimiento es casi, se puede decir, exagerado. En el sentido de que no había manera de poder entrar en la gruta, con esperas algunas veces de dos horas y media. Y esto crea tensión pero es una maravilla.
Con Fr. Eugenio Alliata, arqueólogo del Studium Biblicum, hemos visitado el lugar del nacimiento de Jesús, venerado desde los primeros siglos de la era cristiana.
Fr. EUGENIO ALLIATA, ofm
Arqueólogo – Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén
El Evangelio no nos dice muchas cosas sobre los lugares donde sucedieron las cosas principales de la vida y de la muerte de Jesús. Tenemos poca información del Evangelio, pero desde el cristianismo primitivo tenemos algunas informaciones más. Es verdad que el cristianismo de por sí no necesita de lugares, porque su fe está en las personas, no en los lugares, sin embargo el lugar ha tenido siempre una atracción por el espíritu humano, que quiere ver, quiere escuchar, quiere tocar con la mano.
La gruta debía presentarse en su estado natural. El recuerdo del lugar exacto del nacimiento de Jesús permaneció vivo a lo largo del tiempo, como nos testimonia Orígenes en sus escritos.
Fr. EUGENIO ALLIATA, ofm
Arqueólogo – Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén
En el siglo IV, otro escritor cristiano muy importante es San Jerónimo, que vino desde Roma a vivir a Belén y se quedó por espacio de 30 años. También él es firme en esta noticia de que el lugar del nacimiento de Jesús era una gruta. Más bien, lo convierte casi en un punto de fuerza para su pensamiento porque dice: “Mirad que el creador del universo ha elegido un pequeño agujero de la tierra para hacerse hombre y desde allí ha comenzado la redención de la humanidad.”
Tras el edicto de Constantino de 313 dC se proclamó la libertad de culto y comenzó un periodo de renacimiento para los santos lugares. Con el Concilio de Nicea, y gracias a la fuerte voluntad de Santa Elena, tras oportunas excavaciones comenzó la construcción de la basílica de la Natividad que devolvía dignidad al lugar del nacimiento del Mesías. La obra concluyó en el 333 dC y Belén se convierte desde ese momento en un importante centro religioso.
Con los últimos trabajos de restauración de la Basílica han llegado a nosotros maravillosos mosaicos que todavía hoy se pueden admirar.
Fr. EUGENIO ALLIATA, ofm
Arqueólogo – Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén
Los mosaicos descubiertos recientemente, limpios y restaurados completamente, son obra de los cruzados. Están sobre los muros de la basílica del emperador Justiniano. Significa que la basílica constantiniana había quedado destruida, crecía la nueva basílica bizantina, que duró mucho tiempo, mientras que muchas otras iglesias de la región habían sufrido destrucciones, o por su particular fuerza y solidez o por su importancia fue preservada de las destrucciones. Y de hecho se ha conservado hasta el día de hoy a excepción del techo. La construcción es todavía la de Constantino, hace más de 1.400 años.
Fr. EUGENIO ALLIATA, ofm
Arqueólogo – Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén
Más arriba, en el último nivel junto a las ventanas que iluminan la parte central del edificio estaban las procesiones angelicales. Los ángeles están representados como recién descendidos del cielo, mientras están caminando sobre la tierra, pero sus alas están al menos en parte alzadas hacia el cielo, una plegada y una alzada, típico de las palomas. Son ángeles que caminan hacia la gruta y probablemente destinados a encontrarse, a venerar al niño. Representan a los primeros que fueron a venerar al niño. Ningún hombre sabía nada pero los ángeles sí, porque fueron a anunciar a los pastores al campo.
Del anuncio de los pastores hasta nuestros días… La pequeña gruta del nacimiento de Jesús ha sido venerada…
Alrededor de 1.500 indios —inmigrantes y solicitantes de asilo— llegaron a Belén para celebrar el nacimiento de Jesús en la madrugada del día de Navidad.
El sonido de las campanas de la Basílica de la Natividad, los scouts y toda la ciudad de Belén dieron la bienvenida al patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, en su entrada solemne en Nochebuena.
En el primer domingo de Adviento, el custodio de Tierra Santa cruzó la puerta del muro de separación, que es testimonio silencioso de largos años de sufrimiento en la tierra donde nació el Príncipe de la Paz: Belén.