Subimos la ladera oriental del Monte de los Olivos y nos acercamos al Santuario de Betfagé, donde cada año comienzan las celebraciones de Semana Santa el Domingo de Ramos. De hecho, desde aquí, según el relato de los Evangelios, Jesús, con sus discípulos, hizo su humilde entrada en Jerusalén.
MANOLO DOMÍNGUEZ LAMA, ofm
Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
La primera mención de este lugar la encontramos en el relato del viaje de la peregrina Egeria, que atestigua la existencia, desde el siglo IV, de una capilla erigida donde Jesús se encontró con Marta y María, a la muerte de Lázaro. No tenemos más noticias hasta el año 785, cuando un peregrino llamado Bernardo escribió: "Llegué a Betfagé y vi la piedra, esta de aquí detrás, donde se sentaba Jesús y por la que se subía en el asno".
Esto significa, nos explica el hermano Manuel, que los primeros cristianos de la iglesia madre de Jerusalén quisieron confirmar la existencia histórica de Jesús también mediante la localización fiel de los hechos narrados en el Evangelio porque comprendieron su importancia y significado religioso. Betfagé era un pueblo estratégico en el camino a Jerusalén, pero también un topónimo relacionado por la Escritura con la profecía mesiánica. Por tanto, es muy probable que Jesús pasara por aquí y se sentara en esta piedra esperando que llegara el pollino.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
En la Edad Media, la llegada de los cruzados a Jerusalén supuso un cambio importante en la configuración del espacio dedicado a la memoria de estos hechos.
Después de haber sitiado la ciudad y devastado los lugares sagrados islámicos y judíos, los cruzados se pusieron manos a la obra para rediseñar la línea defensiva. Deciden construir una fortificación en el Monte de los Olivos, partiendo del lugar donde hoy se encuentra el edículo de la Ascensión, pero luego curiosamente se detienen al llegar a Betfagé. ¿Y por qué? Debido a la tenaz y fiel tradición de la iglesia local sobre la importancia de esta zona, demostrada también por la presencia de los restos de una iglesia paleocristiana de planta circular.
Los historiadores no están de acuerdo sobre los motivos, pero lo cierto es que los cruzados interrumpieron la construcción de las fortificaciones cuando llegaron a Betfagé, y en su lugar construyeron una pequeña iglesia, cuyos restos aún hoy se pueden encontrar bajo el santuario, asegurando así la continuidad de la tradición. En cuanto a la estela que vemos guardada en su interior, narra a través de imágenes pictóricas (como las de uso en la Edad Media) los episodios de la resurrección de Lázaro y los discípulos con palmas aclamando a Jesús en su camino a Jerusalén.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
Sin embargo, a finales del siglo XIV sabemos por el relato de un peregrino español, el hermano Jerónimo de Mérida, que el pueblo de Betfagé como tal ya no existía y que la iglesia había sido nuevamente destruida. A pesar de esta alternancia de derribos, los peregrinos se mantuvieron fieles a la costumbre de observar todas las etapas transmitidas por los primeros cristianos durante el viaje, como lo confirman en 1560 los informes de Federico de Guzmán, que sigue el mismo camino, y del Marqués de Tarifa.
La Procesión de Ramos que realizamos al inicio de la Semana Santa tiene su origen precisamente en esta parada espiritual de los antiguos peregrinos en la ladera oriental del Monte de los Olivos. En 1647, un fraile cuenta cómo el custodio, todos los franciscanos y cristianos locales, con palmas en las manos, bajaron de Betfagé, orando juntos, y el custodio prosiguió montado en el burro, que representaba a Cristo.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
La procesión del Domingo de Ramos es, por tanto, muy antigua. Sabemos que, durante la dominación islámica, el gobernador musulmán no siempre concedía autorización para realizarla, hasta que, una vez, en un período de terrible sequía, los frailes rezaron en procesión para que lloviera y así sucedió. Desde entonces, nunca más se les ha denegado el permiso.
Si bien la memoria del lugar siempre se ha mantenido, los restos de la iglesia cruzada permanecieron enterrados hasta el siglo XIX, cuando un agricultor de la zona, mientras araba el campo, encontró accidentalmente la roca con frescos. El granjero fue inmediatamente a informar a las monjas ortodoxas del cercano monasterio ruso, pero estas no dieron mucha credibilidad a sus palabras. Los franciscanos, sin embargo, al enterarse de lo sucedido, inmediatamente se interesaron por la recuperación y restauración de la zona. Las excavaciones fueron confiadas a un arqueólogo francés que estudió el lugar y los hallazgos encontrados. Finalmente, en 1883, la Custodia recibió permiso para construir el nuevo santuario. Entonces se decidió encargar el proyecto al arquitecto Barluzzi, quien construyó la iglesia en 1954 tal y como la vemos hoy.
El santuario es destino de peregrinación para muchos turistas, principalmente españoles, pero la situación actual ha bloqueado su llegada.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
Los peregrinos vienen aquí porque les gusta la iglesia y se sienten bienvenidos. Normalmente les doy la bienvenida porque hablo español y puedo guiar la visita espiritual del Santuario. Vivimos muy buenos momentos. Hoy, sin embargo, tenemos el triste recuerdo del 7 de octubre. Un grupo de peregrinos eslovacos se encontraba de visita ese día cuando sonaron las sirenas anunciando el bombardeo. Corrimos a los refugios y en busca de noticias para entender lo que estaba pasando. A partir de ese momento, tres o cuatro días después, cesó la afluencia de peregrinos. Directamente nadie. Y luego el sentimiento de miedo, de inseguridad. Ya había pasado la época del Covid, que también fue muy difícil, sin grupos y todo cerrado. Y ahora volvemos a vivir esta situación. Puedo decir de corazón que el sufrimiento es grande, y no por el daño económico. No. Es el sufrimiento de quienes soñaban con visitar los lugares de la salvación y ya lo tenían todo listo para venir, como el billete de viaje. Esta tierra quiere experimentar la paz, pero no encuentra su camino. Son tiempos difíciles y todo permanece cerrado.
Fray Manuel nos explica que hoy en día la única presencia en el santuario la da la comunidad local de cristianos que viven en las casas construidas por la Custodia. Los cristianos se reúnen tres veces por semana para rezar el rosario por la paz.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
Aquí celebramos misa el domingo, celebramos la Navidad y todas las demás fiestas. Todos los jueves, después del rosario, se realiza la exposición del Santísimo Sacramento y ahora en Cuaresma rezamos el Vía Crucis. Tenemos buena relación con los cristianos de la zona y compartimos inseguridad, falta de recursos y otras cosas. Pero aquí encontramos esta fuerza misteriosa que nos une como cristianos. Aunque un muro rodee nuestro santuario sin peregrinos, sabemos que hay un grupo de cristianos aquí fuera que nos echan una mano y cuando lo necesitamos podemos contar con ellos. Es muy importante.
Fray Manolo alberga la esperanza de que los peregrinos puedan regresar lentamente, que la situación se normalice y el conflicto termine lo antes posible.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
Me llamó mucho la atención lo que dijo el papa Francisco: "La única fuerza del cristiano en esta tierra es la oración". Y así venimos viviendo estos últimos meses. Por eso es esta oración la que nos abre el camino de la esperanza, porque los comisarios ya están empezando a organizar futuras peregrinaciones.
Así, la historia humana, hecha de altibajos, de guerras y de paz, de alegrías y de dolores, se une a la vida de Cristo, que tras morir en Jerusalén, vive su Pascua y desciende a las profundidades de la Tierra para salvar a la humanidad de su caída.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
En Betfagé experimentamos la humanidad de Jesús y podemos preguntarnos qué pensaba en su corazón cuando ya sabía de su pasión y aquí se detuvo con sus discípulos y luego se montó en el asno llevando a cumplimiento la profecía. La entrada a Jerusalén comenzó aquí mismo.
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Recepción de peregrinos - Santuario de Betfagé
Para mí es muy importante decir que aquí Jesús ya había tomado la decisión y es curioso pensar en las tres piedras. Esta: donde se monta en el asno para ir hacia Jerusalén; la piedra de Getsemaní donde Cristo accede a beber el cáliz de la pasión cumpliendo la voluntad del Padre; y la piedra de la Resurrección donde Dios devuelve la vida a Jesús para siempre.
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