Fr. ULISE ZARZA, ofm Queridos hermanos y hermanas, Que el Señor os dé su paz. Seguimos nuestro camino en este tiempo de Adviento y nos preparamos para la venida del Señor. Este tiempo de Adviento significa para nosotros emprender un camino de conversión, de preparación, para acoger al Señor que viene. Nos encontramos aquí en la Gruta del nacimiento de San Juan Bautista, uno de los personajes más importantes de esta época previa a la Navidad. Se presenta como la "voz del que clama en el desierto: preparad el camino al Señor". Pero ¿qué significa una voz que clama en el desierto y sobre todo cómo preparar el camino al Señor que viene? En este sentido Orígenes, Padre de la Iglesia del siglo III, que vivió aquí en Tierra Santa, que visitó algunos lugares santos y luego se instaló definitivamente en Cesarea donde se dedicó a estudiar la Sagrada Escritura, a comentar la Palabra de Dios, nos puede ayudar a comprender la figura de Juan el Bautista y a vivir este tiempo de Adviento. Para Orígenes, la voz representa a Juan, mientras que la palabra representa a Jesús. Primero, dice Orígenes, la voz llega a los oídos y después de la voz, o mejor dicho, junto con la voz, llega la palabra. En este sentido Juan anuncia a Jesús: para Orígenes Juan representa la voz, mientras que Jesús es el Verbo, que viene con este anuncio, con esta voz. En este punto de nuestro camino podemos recordar a todos aquellos que han hablado en nuestra vida y nos han traído la palabra del Señor, es decir, que nos han hecho conocer al Señor Jesús a través del anuncio. Pero también debemos renovar nuestro compromiso como bautizados de anunciar, de hacernos misioneros y llevar al Señor a todos aquellos que no lo conocen. Esta voz, continúa Orígenes, resuena en el desierto de nuestra vida y dice: preparad el camino al Señor. Pero ¿qué camino prepararemos para el Señor? Ciertamente no es un camino material, sino que es necesario preparar un camino dentro del hombre. Disponer caminos rectos y nivelados en nuestros corazones. “Es por este camino”, dice el Maestro alejandrino, que la Palabra de Dios entró y se sitúa en el corazón humano capaz de acogerla”. Esta es la enseñanza que luego nos deja Orígenes al comentar el Evangelio de San Lucas. Luego continúa diciendo que el corazón del hombre es grande, espacioso y capaz de acoger la Palabra, pero el hombre también debe comprometerse a que este corazón esté limpio y por eso debe preparar este camino al Señor, enderezando los caminos para que la Palabra y la Sabiduría de Dios puedan transitar por ellos. Así nos enseña Orígenes a prepararnos para acoger al Señor. Luego, en cierto momento, Adamantino nos insta a tener un comportamiento digno del Señor, a dedicarnos a las buenas obras, para que la Palabra de Dios pueda habitar en nosotros, dándonos también el conocimiento de sus Misterios y de su venida. Más adelante, Orígenes pregunta: ¿de qué sirve que Cristo haya venido en carne si no ha venido a vuestra alma? ¿De qué sirve que el Señor haya nacido hace dos mil años, si ahora Él no nace, no vive en ti, en tu corazón, en tu vida? Le pedimos que venga, dice Orígenes, todos los días a nosotros para que podamos decir como Pablo "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí". Por tanto, para Orígenes la conversión es ante todo hacer espacio al Señor Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida, asimilar, vivir nuestra vida con Él y en Él. Así, este tiempo de Adviento implica esta preparación, este hacer espacio al Señor en nuestra vida, esta conversión. Y lo hacemos sobre todo escuchando su Palabra, escuchando la voz de quienes nos hablan y nos anuncian al Señor. Y esto es lo que nos enseña Orígenes en este Adviento. Por eso en este tiempo de Adviento con la Iglesia esperamos al Señor y decimos: Maranatha, ven, Señor Jesús. Read More