Cuando hablamos de San Francisco pensamos inmediatamente en el Canto de las Criaturas, la máxima expresión de alabanza y gratitud al Creador. Pero la vida del Santo de Asís, conocido y amado en todo el mundo, se vio también marcada por el sufrimiento en su propio cuerpo.
“La enfermedad en la vida de San Francisco y en las fuentes franciscanas” es el tema, muy actual hoy, sobre el que reflexiona Fr. Francesco Patton, custodio de Tierra Santa.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"En 1202, cuando Asís quiso combatir contra Perugia, Francisco fue capturado tras la primera y única batalla, y permaneció durante un año en la prisión de Perugia. Durante ese año San Francisco contrae algunas enfermedades que lo acompañarán durante toda su vida. Probablemente, ya a estas alturas, contrae una forma de malaria que después se convertirá en crónica. Sabemos también que cuando parte para el segundo intento de ser caballero, cuando parte a Puglia, en Spoleto tuvo que detenerse porque tenía fiebre, probablemente un regreso de la fiebre palúdica. En ese momento de fiebre, oye la voz del Señor que le dice que vuelva a Asís, que si es mejor servir al siervo o al Señor, y él vuelve (3Comp 6: FF 1401)"
“Fue precisamente durante esa enfermedad cuando un cambio interior comenzó a manifestarse en San Francisco. La tradición de las fuentes franciscanas pone como punto de referencia en su conversión definitiva el encuentro con el leproso.”
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"En los años siguientes, más o menos en 1206, se produce el encuentro con el leproso. Es el encuentro que le marca. No es solo el encuentro con el leproso, sino con los leprosos: En su testamento recuerda que cuando aún estaba inmerso en vicios y pecados “me parecía demasiado amargo incluso ver a los leprosos, pero el Señor me guió entre ellos, los traté con misericordia y lo dulce se convirtió en amargo y lo amargo en dulce”.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"Para San Francisco la experiencia del encuentro con la persona gravemente enferma se convierte en la experiencia de superación de los propios miedos que eran, sustancialmente, el miedo al contagio, un poco como sucede actualmente a causa del virus, las personas se alejan unas de otras. De hecho en ese momento escuchó esa voz interior que le decía: “Hasta que no venzas a tu egoísmo, hasta que no dejes de adorarte a ti mismo, no podrás comprender el sentido de tu vida”.
Podemos decir que a través de este encuentro inicial con los enfermos, San Francisco descubre una dimensión nueva de la vida y, de hecho, descubre su vocación.
Los biógrafos de San Francisco son explícitos al hablar de sus enfermedades.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"Dicen que estaba enfermo del estómago, el hígado y el bazo. Y eran enfermedades probablemente vinculadas a esa malaria crónica que padecía, y en parte ligadas a la vida de penitencia que llevaba. Los muchos ayunos que hacía. Al final de su vida probablemente la enfermedad del estómago, que tal vez era una especie de úlcera, se convertirá en un tumor."
Las fuentes franciscanas hablan también de otra enfermedad que es la que el Pobre de Asís contrae en su viaje a Tierra Santa, entre 1219 y 1220.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"Es una forma de enfermedad ocular que prácticamente impide, hasta cierto punto, tener los ojos abiertos. Una especie de conjuntivitis típica de Oriente Medio, y esta conjuntivitis en San Francisco provoca dos cosas: Lágrimas constante e intolerancia a la luz, hasta la práctica incapacidad de ver. Así, según las biografías, se le prepara una capucha que tiene una especie de máscara que cubre los ojos, precisamente para evitar el contacto con la luz. Pensemos en lo que esto significa para San Francisco, que adoraba ver la belleza de todas las criaturas y de la creación, y a través de la belleza de las criaturas y de la creación, conocer la belleza y la bondad de Dios. Por ello debió ser un gran sufrimiento para él, y esta enfermedad lo acompaña en sus últimos 6 años de vida y por esta enfermedad bajo la presión tanto del papa como de Fray Elías, prueba diferentes remedios médicos, varias operaciones.
Una de las más fascinantes es esta operación a la que se debe someter en Rieti a cargo de un cirujano probablemente de la corte papal, que trata de cauterizar, de quemar los conductos lacrimales y, en alguna parte, el nervio."
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
Es conmovedor el diálogo entre San Francisco y el fuego: Francisco que habla con el fuego considerándolo no una criatura inanimada, sino animada, y le dice: “Mira, siempre te he tenido un gran respeto, siempre te he querido, por favor, no me hagas daño durante esta operación”.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"De hecho, durante un periodo, probablemente, también recupera la capacidad de ver, y después obviamente las enfermedades se apoderaron de él, y en los últimos dos años, al sufrimiento de las enfermedades físicas se le suma también el sufrimiento vinculado a los estigmas, a llevar en su propia carne los signos de la crucifixión del Señor Jesús, estos clavos que se formaban en las manos y en los pies, y el costado que sangra, del que brota constantemente sangre."
Una tercera consideración sobre los estigmas: Son capítulos que se encuentran al final de las florecillas de San Francisco. El santo relata una oración muy hermosa, que se dice que es la oración que reza la noche en la que recibe el don de los estigmas, al aproximarse a la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
En esta oración, San Francisco pide poder experimentar en su propia carne, en la medida de lo humanamente posible, el terrible sufrimiento que Cristo experimentó en la hora de la Pasión pero, además, añade que pide experimentar el amor excesivo tanto como sea posible —en el idioma de entonces, exagerado quiere decir enorme, extraordinario— que llevó a Cristo a soportar todo ese sufrimiento por nuestra salvación. Por ello San Francisco no busca y no pide el sufrimiento porque sí, sino que busca y pide el amor.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"Finalmente, San Francisco entrega el alma a Dios en un contexto en el que su cuerpo había sido largamente probado y, al final, llegará también a pedir perdón a su propio cuerpo, diciendo: “Hermano asno, te pido perdón —llamaba a su cuerpo hermano asno— si te he maltratado”. Al final se reconcilia con sí mismo, con su corporeidad, antes de entregarse a Dios, desnudo, sobre la tierra desnuda, desnudo como nació, para ir al encuentro de este nuevo nacimiento que es el encuentro con Dios, la entrada en la vida eterna."
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"San Francisco tiene palabras muy hermosas, en la Regla no estampada, donde dedica un capítulo a los frailes enfermos. En ese capítulo dice cosas que vale la pena leer: “Si alguno de los frailes enferma, allí donde esté, el resto de frailes no lo dejarán sin haber encargado a un fraile, o más de uno si es necesario, que lo sirvan como querrían ser servidos ellos mismos”.
Y desde Tierra Santa son incesantes las oraciones de la comunidad franciscana.
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"Cada día rezamos por el cese de la pandemia, rezamos por los enfermos, rezamos por aquellos que los asisten y rezamos también por las autoridades, tanto religiosas como civiles, que deben tomar decisiones difíciles. No es solo oración. Inspirándonos en San Francisco, invitamos a los enfermos a vivir su enfermedad con confianza. Aunque esta enfermedad tenga un desenlace fatal, como decía antes, ponemos nuestra vida en manos del Padre."
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
"Sin duda nuestra oración es diaria y por todos: Por los enfermos, el personal sanitario, por los que tienen responsabilidades en la toma de decisiones, y creo que la bendición más hermosa es la que encontramos en el Libro de los Números, que es la bendición que usaba San Francisco: Que el Señor te bendiga, te guarde, te muestre su rostro y tenga misericordia de ti. Que el Señor alce sobre ti tu rostro y te dé la paz."
Queremos agradecer la colaboración especial de:
Piero Casentini, clarisas del Monasterio de la Santísima Anunciación de Terni, frailes menores franciscanos Provincia San Buenaventura – Grecio (Rieti) y Frascati (Roma) Provincia Seráfica de San Francisco de Frailes Menores de Umbría-Cerdeña-Asís (Perugia) , archivo fotografíco del Sagrado COnvento de San Francisco en Asís, Confraternidad de la Inmaculada Concepción de Anacapri (Nápoles), Doni Ferrari.
El mensaje de Navidad del custodio de Tierra Santa, Fr. Francesco Patton; la oración por la paz en Roma; el nuevo libro sobre la historia de los orígenes del cristianismo y finalmente la festividad judía de Janucá.
Janucá, también conocida como la "Fiesta de las Luces", es una importante festividad judía. El día de Navidad coincide con el inicio de esta festividad.
El 11 de diciembre, la Plaza de Santa Maria in Trastevere en Roma fue iluminada con velas de fe y esperanza durante una oración dedicada a la paz mundial, presidida por el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, junto con el vicario de la Custodia de Tierra Santa, Fr. Ibrahim Faltas.
El 13 de diciembre, la Universidad de Dar Al-Kalima, en colaboración con la Misión Pontificia, organizó una conferencia en el teatro universitario de Dar Al-Kalima en Belén para presentar el libro “Palestina, cuna del cristianismo”: Una introducción a la historia de los orígenes del cristianismo desde el siglo I al VII.