El patriarca latino de Jerusalén se reunió con su pueblo en el santuario de Betfagé, bendiciendo los olivos y las ramas de palmas. Una celebración única para esta ciudad, en la que se cumplió el misterio pascual de Jesús. En este año difícil para los cristianos de Tierra Santa, nuestra mirada está fija en quien conquistó el mundo: Cristo, el anhelo oculto de todas las naciones que aquí en Jerusalén hoy están todos representados por una multitud de cristianos de todo el mundo. Aunque no se permitió participar a las comunidades palestina y católica de Cisjordania, la señal de la presencia cristiana en Jerusalén es fuerte. En los cantos, en las danzas, en la oración que cada uno expresa con su propio estilo y carisma, la presencia cristiana es la presencia de Cristo Resucitado: sólo él tiene la última palabra sobre la historia y las cuestiones humanas. Fr. Francesco Patton Custodio de Tierra Santa Lo que hemos visto esta tarde en esta procesión desde Betfagé hasta Jerusalén ha sido la marcha de la Iglesia, significa que todos los cristianos del mundo se sienten hijos de esta Iglesia. Hay un Salmo que dice “todos nacieron allí” y se refiere a Jerusalén. En este momento, diría yo, sabemos que la Iglesia de Jerusalén necesita que cristianos de todo el mundo vengan aquí como peregrinos. Expresar una comunión concreta con aquella Iglesia que es su madre y que se encuentra en un momento de sufrimiento. Católicos, pero también anglicanos y protestantes, y en comunión espiritual con los ortodoxos que hoy celebran la fiesta de la Ortodoxia, descienden juntos como hermanos por el Monte de los Olivos y llegan a la Puerta de los Leones. Allí se detiene la procesión, en el convento de Santa Ana y el Cardenal Pierbattista Pizzaballa pronuncia una homilía que es como el anuncio de los apóstoles: No tengáis miedo, esto les digo a los hermanos de Gaza, nuestros valientes hermanos, nunca os abandonaremos, no tengáis miedo. Yo digo a los peregrinos, que forman parte de la identidad de Jerusalén, que no tengan miedo. Card. Pierbattista Pizzaballa Patriarca latino de Jerusalén No sé si el mundo tendrá el coraje de mirar siempre a la cruz de Cristo. Para muchos la cruz no significa mucho. Pero puedo decir que hay un dolor que cierra, pero también hay un dolor que puede abrirse. Aquí es necesario trabajar para que este dolor se abra a nuevos encuentros, a nuevas perspectivas. A pesar de todo lo que representa el sepulcro, el sepulcro cerrado, hay que recordar que la Pascua es una piedra corrida. La piedra mantiene cerrada la muerte en su interior pero fue derribada por la victoria de Cristo, por el amor de Cristo que venció todo lo que es sombra de muerte. Debemos recordar esto. La cruz de Cristo, con la que el patriarca bendice al pueblo, es la victoria de Dios sobre el mundo. No tengáis miedo. Fr. Francesco Patton Custodio de Tierra Santa Participar del misterio pascual y participar de la resurrección de Jesús no significa resucitar como después de un punto y aparte, sino pasar por la experiencia de la muerte y entrar con nuestra humanidad junto con Cristo Resucitado en la vida misma de Dios. Read More